DUODÉCIMA TEMPORADA

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sábado, 30 de marzo de 2019

Día 28 3 2019



Salarios que miran al cielo


Hasta ahora miraban al suelo; en esta Murcia de nuestros desvelos, ostentábamos los segundos salarios medios más bajos de España, según el último informe Monitor de ADECCO, y con una brecha entre hombres y mujeres de casi un 25%, según los sindicatos. Y, sin embargo, los trabajadores murcianos -para algunas prospecciones- eran de los más felices de esta sinuosa piel de toro. Así resultaba paradójico que, como reflejaba la VIII encuesta de Felicidad en el trabajo de la propia ADECCO, 8 de cada 10 murcianos y murcianas, pese a sus exiguas remuneraciones, se sintieran satisfechos en su entorno laboral (un 82,3%, cuarto puesto, muy por encima de la media nacional del 76%). Pero hace sólo un año, la dicha era aún mayor: nos encaramábamos al pódium de esta delicuescente olimpiada, con más de un 84% de felices.

Ahora todos, contentos y descontentos, estamos llamados a acudir a las urnas de los más decisivos comicios, donde unos privilegiados nos empiezan a reclamar, para su gozo partidario, las armas del voto, vendiéndonos lo que han hecho (o no han hecho) y lo que harán (o dejarán de hacer). Mientras la inmensa mayoría se encuentra con la expresiva verdad de su microeconomía; más de cien mil murcianos buscan todavía trabajo, y otros muchos demandan un empleo digno de recibir tal nombre. La maraña de la realidad cotidiana se intrinca sobremanera en el raro medio ambiente de la incertidumbre político-social. ¿Saldremos indemnes de este cíclico y espasmódico periodo?


Como diría mi querido Ramón (qué otro Ramón sino Gómez de la Serna) ya puede uno estar en vigilia, acertando con lo que va sucediendo, salvándose del ciclón y de inundaciones, escribiendo su experiencia incesante, que aun con todo eso acabará por oír los más peregrinos juicios. Y lo que es peor, por verlos a diario en las más asociales redes, a modo de verdades como puños. O viceversa.

Gómez de la Serna observaba su tiempo como “una época intermediaria entre el comienzo de la fatalidad predicha y el término de esa fatalidad”; mucho me temo que continuamos anclados en ese mismo e inquietante intervalo. Afortunadamente, de vez en vez, surgen noticias reconfortantes, que le hacen a este pobrecito escribidor seguir creyendo en el mañana. Una de ellas, sin duda alguna, se encarna en el pacto que han firmado recientemente Croem y sindicatos en aras de extinguir la tradicional pobreza salarial de esta sufrida Región.

Si no fuera porque el que suscribe está curado de tantas espantosas epidemias sobrevenidas, brindaría con un buen tinto monastrell de la tierra por el feliz acuerdo entre sindicatos y patronal, que ha de elevar en 2020 nuestros menguantes salarios, hasta un mínimo de 14 mil euros brutos al año. Más de 140.000 trabajadores, en teoría, deberían beneficiarse de este compromiso adquirido dentro de un ejemplar pacto para impulsar la negociación colectiva en la Región de Murcia. Semejante convenio debe alumbrar otros, que conduzcan a cimentar definitivamente la tan reiterada recuperación económica de nuestra Región, que no puede -ni debe- sustentarse sobre la alargada sombra de la precariedad laboral.

Datos dolorosamente contradictorios


Según el citado informe MONITOR de Adecco, el salario medio en España ha conseguido su máximo histórico al alcanzar los 1.657 euros mensuales brutos en el cuarto trimestre de 2018; sin embargo, el de Murcia sigue siendo el segundo más bajo con 1.433 euros. Este barómetro mide también la situación real de un ocupado medio en el empleo; desde esta perspectiva, la Región de Murcia sería la tercera peor comunidad para trabajar, con una calificación de 5,3, una puntuación que únicamente superaría a las de Castilla-La Mancha (5) y Canarias (5,1). Se llega a esta conclusión, a partir de cinco variables: remuneración, seguridad laboral, oportunidades de empleo y desarrollo profesional, conciliación entre la vida personal y profesional y conflictividad laboral. No obstante, la mismísima Adecco, durante los últimos años, nos había encumbrado en sus clasificaciones de felicidad en el trabajo.

Evidentemente, habrá quien ponga en tela de juicio tales informes, que muestran tan desconcertantes resultados. Mas la realidad es la que es; tampoco los oficialísimos datos del INE la desmienten; no difieren en exceso, y siguen sin dejarnos en buen lugar: seríamos los quintos peores de España con 1.684,16 euros. Por detrás, a escasísima distancia, figurarían Andalucía (1.681,3), la Comunidad Valenciana (1.677,8), Canarias (1.606,6) y Extremadura que no llega a los 1.600. Es de reseñar que, también para el INE, el furgón de cola -donde confortablemente viajamos- no sólo se queda rezagado con respecto a las comunidades norteñas (País Vasco, 2.208,82, Navarra 2.177,78) y Madrid (2.191,73) sino también de la media nacional que es de 1.889 euros (año 2017).

En resumen, disfrutamos de los segundos peores salarios medios (o de los quintos peores), somos los terceros peores en oportunidades y desarrollo profesional, pero los cuartos más felices de España en el ‘curro’. Sublime contrasentido. Una contradicción que se acentúa acerbamente si tenemos en cuenta que soportamos una mayor brecha salarial que la media de nuestros compatriotas: esta oprobiosa brecha entre hombres y mujeres, que es de 5.793 euros en España, en nuestra Región es de 5.914,94 euros, ya que las trabajadoras cobran un 24,7% menos que los varones. Un irrefutable fracaso que nos sitúa como la quinta región con mayor diferencia. Y aun así seguimos siendo de los más felices de esta santa nación… Y es que la felicidad está mucho más arriba, mucho más allá…

Un acuerdo memorable


Y más felices que seremos todavía; a partir de 2020, la situación mejorará sustancialmente porque ya nadie debería cobrar menos de 14 mil euros al año, con lo que la media salarial inevitablemente ascendería en la misma proporción. Que ningún trabajador gane menos de esos14.000 euros al año es la loabilísima meta que han asumido como propia tanto la Croem como los sindicatos en la Región, dentro del Acuerdo para el Impulso de la Negociación Colectiva. Todos coinciden en trasladar a las mesas de negociación de cada sector, entre otros criterios pactados, la ampliación del salario mínimo.

De esta suerte -y con suerte así será-, se superaría la cuantía del SMI, 900 euros al mes en 14 pagas (12.600 euros). Ni el propio Pedro Sánchez podría haber imaginado, ni en sus sueños más recurrentes, que su mayor logro (quizá el único) fuera a verse sobrepasado tan presurosamente por la fuerza del acuerdo entre patronal y sindicatos; los agentes sociales en Murcia han ejercido de tales, mucho más sociales que los efervescentes viernes gubernamentales.

Pero no se trata sólo de una subida del mínimo salarial, que de por sí ya supone un sensacional avance, sino que también se pretende fomentar la estabilidad en el empleo y reducir la tasa de temporalidad, que en la actualidad ronda el 32,2%, frente al 26,9% del promedio nacional. Asimismo, determina incrementos salariales alrededor del 2% más un 1% adicional variable (tomando como referencia la productividad, los resultados u otros indicadores), con el objetivo de recuperar el poder adquisitivo. Una de sus más inmediatas consecuencias, será el desbloqueo de la negociación de convenios. Se debe puntualizar que, a día de hoy, unos 40 han caducado, el equivalente a casi el 70% del total (más de 200.000 trabajadores afectados).

Este acuerdo, no sé si calificarlo de histórico -aunque difícilmente alguien podría discutir que no esté haciendo historia-, es el segundo en España de estas características tras el de Castilla y León. Y, en tiempos tan convulsos, que se fortalezca la capacidad de consenso y de diálogo para llegar a pactos de tamaño calibre constituye un estimulante referente para todos: trabajadores, desempleados y empleadores; también para electores y elegibles. Tomemos nota; no abundan, por desgracia, tan aleccionadores ejemplos en la incandescente era que nos ha tocado en suerte, salpicada de estulticias de todos los colores y de los más extremados sabores.


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