DUODÉCIMA TEMPORADA

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jueves, 13 de diciembre de 2018

Día 12-12-2018

A MICRÓFONO CERRADO

Murcia 2 – Alicante 15
 No es una descomunal goleada de otra época, pero sí que es una goleada escandalosa. Y un sonoro fracaso que, noviembre tras noviembre, descubre en el corazón de una de las mayores fortalezas regionales, de la que tanto se alardea, una de nuestras más flagrantes flaquezas. Me refiero al dudoso éxito murciano en la Guía Michelin, y al tan traído y llevado impacto turístico de nuestra gastronomía que, a buen seguro, un año más se llevará de exhibición a Fitur y otros eventos. Al igual que en anteriores presencias, no habrán de faltar discursos y alocuciones donde se venderá lo inefable de nuestros fogones: “la gastronomía de los 1001 sabores” se proclamaba enfáticamente en la edición del 2018 de la madrileña Feria Internacional de Turismo.  Aunque no sé realmente de qué se presumía, si nuestra cocina en la guía roja de todas las guías apenas si relucía -como hoy- con dos solitarias estrellas errantes, que surcan el firmamento de la mano del mismo y genial cocinero.

'Región de Murcia. Legado Vivo' era el lema elegido para Fitur 2018, con la pretensión de  definir nuestras fortalezas, que teóricamente se articulan en la diversidad y riqueza en cinco grandes productos  ('Región de Murcia Sacra', 'Capitales Culturales', 'Destinos con Relato Cultural', 'La Gastronomía de los 1.001 Sabores' y 'Festivales y Tradiciones'). En enero, desconozco si repetiremos eslogan y productos; pero lo que sí se mantendrá invariable serán las dos únicas estrellas, por mucho que gocemos de una gastronomía de más de mil sabores.
Pablo González-Conejero ostenta
las dos únicas estrellas Michelin de la Región

 Ni que decir tiene que soy un devoto de la cocina murciana y de nuestros chefs; mas mi fe no me impide ver el muro con el que topamos, año a año. Con sólo mirar a nuestro lado, comprobaremos la gélida soledad del corredor de fondo, que experimentan muchos de nuestros jóvenes valores -y no tan jóvenes- cuando se enfrentan ante el espejo de la Michelin en busca de reconocimiento. De esta guisa, si sopesamos lo que ocurre en la vecina Alicante, a la que tanto se recurre a veces con envidia, otras con enojo (aeropuerto, ave, plazas hoteleras, número de turistas…), la confirmación de nuestros peores augurios se concreta en este marcador: Región de Murcia, dos estrellas (las del admirado Pablo González-Conejero); provincia de Alicante, quince.

Así de rotundo, así de inapelable es el veredicto de Michelin. Si la comparación se hace a nivel nacional, tampoco salimos nada bien parados: más de doscientos establecimientos en España están estrellados; en Murcia, uno. El resto, como ironizaría Max Estrella, el hiperbólico trasunto valleinclanesco que todos llevamos dentro, más que deslumbrar por el brillo de sus astros, abominan de su mala estrella.

Evidentemente no falta talento entre nuestros cocineros sino todo lo contrario, una desbordante creatividad y una exquisita laboriosidad les caracteriza. Con muchos he tenido el placer de conversar largo y tendido en numerosas horas de radio, y a menudo -de una manera velada o no tan velada- bastantes de ellos se quejaban de la apuesta que ha hecho nuestra Administración Regional por la cultura culinaria de nuestra tierra. En cualquier caso, pese a sus ímprobos esfuerzos, resulta demoledor que nuestros mayores exponentes no logren hacerse un hueco en la élite. Y no hay que olvidar que el turismo gastronómico tiene un barómetro de referencia inexcusable, depende directamente de esa veleidosa guía encarnada.

Podríamos hablar de infausta suerte; pero las estrellas no se sortean, se ganan. Que en Alicante se pueda programar un recorrido gastronómico, preñado de astros, casi de norte a sur, contrasta violentamente con lo que sería una ruta semejante en la Región, que se circunscribiría a empezar y acabar en la misma ‘Cabaña’. Dolorosamente significativo. Una disimilitud tan patente debe hacernos recapacitar; algo falla en el reino de nuestros fogones. Por mucho que luego nos deslumbren otros soles, la ausencia de estrellas apaga nuestro cielo gastronómico-turístico. Porque se cuentan por millones, los fieles de esa guía, que hacen de la cocina su excusa favorita para viajar; muchos de ellos son extranjeros de alto poder adquisitivo, que buscan el aliciente de la gastronomía con estrellas. Evidentemente, Murcia no ha de figurar en su agenda, a excepción hecha de la obligada escala en El Palmar.
 


La cocina y los nuevos perfiles de viajeros
Comenta el director general del Instituto de Turismo, Manuel Fernández-Delgado, que el mayor impulso de la actividad turística depende de dos variables claves: la estancia media y el gasto; por tanto, habría que propender a un crecimiento en 'calidad' más que en 'cantidad'. Y no le falta razón. En este sentido, la alta cocina garantiza una considerable elevación en los niveles de esa calidad tan ansiada.

En efecto, si se consolidaran ambas variables al alza, significaría un mucho mayor impacto económico, que se conseguiría gracias a esos anhelados “nuevos perfiles de viajeros”. Sería imprudente, sin embargo, vanagloriarse de estar ya en el buen camino, aunque haya datos aleccionadores como el del gasto del turismo internacional (920,5 millones de euros, en los nueve primeros meses de 2018), un 12,9% más que en el mismo intervalo del año precedente. Este aumento en el gasto supera en más de 10 puntos al del conjunto nacional, y es el mejor registro en nuestra serie histórica.

Semejante referencia puede nublarnos la vista, pero no es ni para preguntarse por quién doblan las turísticas campanas, ni siquiera para que repiquen en demasía; porque seguimos estando proporcionalmente muy lejos de los 71.773 millones de euros que se contabilizan a nivel nacional. Para acortar distancias y proseguir por esa senda de crecimiento, es preciso perseverar en una estrategia turística que apunte hacia la excelencia, donde la gastronomía debería ocupar por derecho propio un lugar relevante.


 Aun así, sin apenas estrellas, según el INE, la Región de Murcia registró de enero a septiembre la llegada de 775.250 turistas extranjeros, un 1,2% más que en los primeros nueve meses de 2017. Puede parecer una mejora significativa, pero sigue suponiendo una cantidad muy escasa en comparación con los más de 66 millones que hemos recibido en el país durante este periodo.

En total, sumando foráneos y nacionales, alcanzar los seis millones de turistas y superar los 45 millones de pernoctaciones constituye la doble meta que la Consejería de Turismo se ha impuesto para el año próximo. A este respecto, nuestra cocina lo tiene todo para ser una inversión segura; aunque no debería ceñirse exclusivamente a pomposos eslóganes, su promoción implica una apuesta global por la excelencia.

La recompensa a tamaño esfuerzo sería de incalculable valor; si se lograra el reconocimiento que la gastronomía regional merece, los frutos vendrían por sí solos. ¿Acaso no somos la tierra de los 1001 sabores? Por el nivel de nuestros fogones, sin duda alguna.