Corvera, regalo de Reyes
Después de décadas esperándolo, y siete años con las pistas desiertas,
la Región al fin celebra el estreno de su deslumbrante aeropuerto
internacional. Una vez más, las mayores expectativas alzan el vuelo; se ha
saludado, como siempre por estos lares con entusiasmo desmedido, la buena nueva
que surge reluciente en este recién iniciado año, repleto de tantos buenos
propósitos que no han de cumplirse. Como se complacía en insinuar Ramón Gómez
de la Serna, puede que ‘el desengaño optimista’ aguarde su momento; aunque,
esta enésima vez, remontamos los cielos a lomos no de un ave cualquiera sino de
centelleantes aviones corvereños, que nos conducirán a muchos destinos pero
inmediata e inexorablemente a elecciones.
Sin lugar a dudas, el electoral es el primer vuelo que ha despegado
desde Corvera. De tal suerte, hay hechos tremendamente significativos que se
califican por sí mismos, como la fotografía inaugural del aeropuerto, donde
unos y otros han pugnado por aparecer con las más relucientes de sus sonrisas.
Todos querían apuntarse el dudoso éxito de Corvera, que ha dejado sobre la
arena del coso aeroportuario el rastro de 4 presidentes y 6 consejeros 6, en
medio de una confusa y polémica lidia en la que nadie ha cortado ninguna oreja,
aunque a alguno sí que se las han cortado.
Qué ramoniana ironía: el aeródromo de Valcárcel acaba siendo inaugurado
en interinos tiempos de un gobierno socialista…Y por Sus Majestades de Oriente
(representados por Felipe VI), que procedieron a la solemne apertura de un
aeropuerto que no iba a costar un euro. Quien inspirara tamaño augurio, hoy
vicepresidente del Parlamento Europeo, no acudió a la cita por razones de
agenda. Y, en efecto, el pronóstico se habría de cumplir fatídicamente; ojalá
hubiera costado sólo ese anhelado y único euro...
Tras una docena de años preñada de conflictos y malgasto, al fin ve la
luz el flamante Aeropuerto Internacional de la Región de Murcia (rebautizado
como ‘Juan de la Cierva’), mientras se apaga definitivamente la de San Javier
que cesa una actividad comercial que data de los años 60. El alcalde popular
sanjaviareño ya lo echa de menos; su cierre le plantea incógnitas difíciles de
despejar, máxime ante la inminencia de las elecciones. Debe de resultar difícil
de asimilar -y sobre todo de explicar- la potencial pérdida que puede suponer
que más de 1.300.000 viajeros, que llegaban al aeropuerto de esta ciudad, se
desvíen a otro destino. No obstante, la apertura de las nuevas instalaciones
aeroportuarias debe implicar un impulso definitivo para el turismo y el
desarrollo regional a todos los niveles, también -y de manera muy acentuada-
para la comarca del Mar Menor.
De una manera u otra, todas las miradas están puestas en Corvera.
Durante los próximos 25 años, Aena tendrá la compleja misión de hacerlo
compatible con El Altet, su teórico máximo competidor, el quinto con más
tráfico de España, a apenas 75 kilómetros de nuestro recién nacido. Para este
viaje, de ida y vuelta a Aena, no eran necesarias tan premiosas y costosas
alforjas, exclamará más de uno (y más de dos). ¿Qué puesto le ha de
corresponder al aeropuerto murciano dentro de la red nacional del mayor
operador aeroportuario del mundo? Desconozco si, como afirmara su anterior
presidente, García-Legaz, Corvera estará en la misma liga que El Altet, pero
habrá que creerlo. La fe mueve montañas.
Y fe no nos ha faltado nunca a los murcianos de nacimiento (ni tampoco
a los de adopción). Así, con una fe ciega, en 2007, se emprendió esta
singladura en manos de Aeromur, consorcio liderado por Sacyr, que iba a
disponer de 40 años para explotar el aeropuerto, y hacer realidad aquella
fábula que se nos vendía a bombo y platillo de más de catorce millones de
viajeros al concluir la concesión; y cinco desde el primer año. Y nadie se echó
las manos a la cabeza; en aquella época de efervescencia, todo parecía posible
por muy improbable que fuera. A continuación, ya sabemos lo que ocurrió: un
litigio sin fin, rescisión del contrato y las pistas vacías durante años… hasta
este memorable 15 de enero.
Que se cumplan los cálculos
En cualquier caso, bienvenido sea el nuevo aeropuerto, y es de desear
que se cumplan todos sus cálculos y vaticinios, que redundarán en el progreso
de una comunidad, históricamente aislada. Aena parte de un millón de usuarios
en 2019 y prevé cuatro millones en 2043; de confirmarse esta progresión, mucho
más realista que la fantasía ‘aeromurciana’, ya en sus primeros quince años de
funcionamiento, se podrían inducir 19.000 puestos de trabajo, además de
incrementarse en 3 puntos el PIB regional, tal y como se recoge en un estudio
del Colegio de Economistas y la UPTC.
La ineptitud imperante a lo largo de estos últimos doce años, sin
embargo, ha estado a punto de defenestrar su viabilidad. Como nos lo recuerdan
a diario, los 182 millones del aval más dichoso de nuestra dichosa Historia,
que aún seguiremos pagando con absoluto y religioso fervor. Después de tantos
pretéritos sufrimientos, la Región se merece más que ninguna el éxito de esta
infraestructura tan reclamada como aclamada.
El ritual del ‘arco de agua’
Mientras tanto, este año volveremos a viajar sin AVE, ese tren llamado
deseo, que -en el mejor de los casos- se quedará en Orihuela; a cambio,
disfrutaremos de la desvariada variante de Camarillas, que ya iba siendo
década… Los trenes híbridos que circularán por ella, sumados a los alados
aviones de Corvera, no sé adónde nos llevarán; pero quizá, de su mano, la
riqueza del siglo XX llegue pronto a nuestro siglo XXI.
Mas, si es por dinero, no hay problema en esta tierra prometida;
continuaremos siendo una de las comunidades peor financiadas, ante el estupor y
la vergüenza de todos. De todos, sin excepción. Un año más, se reclamará la
reforma del enrevesado modelo de financiación autonómica, que no es una
prioridad para el cuasi Gobierno de Sánchez; pero que infortunadamente tampoco
lo fue para Rajoy. De esta guisa, la deuda regional marchará debocada sin
remedio, ya se acerca a los 9.300 millones de euros, de los que 7.500 -según el
lamento del Ejecutivo murciano- se derivan del sistema de financiación,
impuesto por Zapatero en 2009.
Para mayor inquietud, en este ínclito 2019, seguirá sin llover a gusto
de todos (si es que lo hace). El glorioso ’agua para todos’ continuará
constituyendo una dulce utopía; y no faltará quien ponga en duda el porvenir
del Trasvase, que cumple cuarenta años de vital existencia. Quisiera
equivocarme, pero tanto tirios como troyanos (por no hablar de romanos y
cartagineses) mantendrán argumentos diametralmente opuestos en Castilla La
Mancha y en la Región de Murcia; en cuanto a tan volátil elemento, lo que se
diga en los páramos castellano-manchegos no tendrá nada que ver con lo que se
defienda en nuestro Sureste, que también existe, a pesar de los pesares.
De tan funesto modo, sin agua y sin financiación suficientes, y sin
Ave, habrá que confiar en que nuestra plegaria, elevada a los cielos desde
Corvera, surta efecto: el ritual del arco de agua, que dio la bienvenida al
primer avión que aterrizó en el aeropuerto, debe augurar toda clase de venturas
‘Hoy es el mismo día de siempre, pues el mundo no tiene más que un solo
día que se repite y repetirá’, aseguraba el sardónico ‘Ramón’; los años
demuestran su aserto en esta Comunidad, digna de muchas greguerías. Menos mal
que con las elecciones regresarán los felices tiempos de las reivindicaciones
históricas. Y al clamor de ellas, todo será posible... Hasta conseguir el
vertido cero en el Mar Menor, e incluso depurar la calidad del aire que
respiramos.