AEROPUERTO 2017
(O INAUGURA COMO PUEDAS)
En los años 70, hacían furor las películas de
catástrofes, cuanto más truculentas mejor; la serie es prolija y variopinta:
desde “El coloso en llamas” o
“Terremoto” a “Tiburón”, pasando por otras muchas tan apocalípticas. Entre
ellas, destaca un subgénero especializado en aéreas calamidades. En él,
sobresale “Aeropuerto 1977”, que seguía la estela de otra titulada lisa y
llanamente “Aeropuerto”, filmada en 1970, y su posterior secuela “Aeropuerto
1975”. Después el subgénero aeroportuario, con más especímenes cada vez más
esperpénticos, acabó desembocando en el histrionismo; y de ahí parte su
vertiente humorística, también muy exitosa, con títulos como “ATERRIZA COMO
PUEDAS” y otras parecidas, porque de todo hay que reírse (Dios mío).
En aquella época, un quinceañero como yo, detestaba
este cine catastrofista, incluso en su versión socarrona, que era muy del gusto
de los 'palomiteros' del momento. Pero, quién me iba a decir a mí que la mejor
película estaba por rodarse en Murcia, cuatro décadas después. El fílmico
“Aeropuerto 1977” se ha quedado pequeño ante las pistas de Corvera; y los
creadores de “ATERRIZA COMO PUEDAS” nunca imaginaron un rival tan tragicómico.
La película de Corvera -que se filmará, no lo duden,
en el parque temático de igual nombre-, todavía no tiene título definitivo,
porque en este aeródromo internacional nada es definitivo: todo contingente y
eventual, todo melifluo y arborescente. Así tanto los concursos como sus licitantes,
adjudicatarios y recursos. Así los disputados avales como quienes los pagan
inexorablemente. Así el euro simbólico, que no nos iba costar, como los182
millones que no sabemos si llegaremos a recuperar. Con cierre de San Javier,
mejor pequeño aeropuerto europeo 2016, o sin él. Con Aena o con Sacyr. O sin
ninguno de ellos… Estamos ya tan puros, los humildes contribuyentes murcianos,
que todo nos es igual: tanto nos da
volar desde San Javier como quedarnos en tierra de nadie, es decir, en
Corvera... Y si el Ave ha de llegar cuando llegue, en Corvera se despegará
cuando se despegue. Ni un instante antes. Aciago destino el de Corvera.
El penúltimo episodio, que ya se ha incorporado al
'storyboard' del inminente film murciano, que nuestro Chumilla bordaría, trata
de cómo la antigua concesionaria se esfuerza en parar en seco la licitación de
Corvera. Primero solicitando al Tribunal Superior de Justicia la suspensión
urgente y cautelar (o cautelarísima, que para el género de desastres suena más
aterrador) del concurso que volvió a convocar el Ejecutivo regional; después,
recurriendo desesperadamente a un tribunal especial en busca de un amparo que
no encuentran. Mas el último capítulo, hasta ahora, la impugnación de Aena del
infausto concurso puede ser el golpe de efecto que se necesitaba para atrapar
al espectador ávido de fuertes emociones. La enrevesada película se oscurece
por momentos, y amenaza con poner el corazón en un puño al más avezado
cinéfilo. La complicación de la trama, no obstante, tiene un efecto positivo;
aclara cuál debería ser el título que podría llevar la cinta. Entre las
distintas posibilidades, lucen con luz propia “AEROPUERTO 2017”, o “INAUGURA
COMO PUEDAS” (brillante aportación de Arturo Andreu, ante el micrófono de
Frecuencia Murcia Económica).
Títulos al margen, los problemas para abrir el
Aeropuerto Internacional de Corvera, que se encamina hacia su quinto
aniversario sin vuelos, no cesan; y la
publicación del pliego de condiciones para licitar su gestión, en vez de
calmar los ánimos, los ha sobrexcitado. Licitar, qué hermosa palabra. Licita
que algo queda; aunque nada sea. Concursante, no hay concurso sino estelas en
la mar, o en el cielo de Corvera.
Recordemos algunos datos, muy significativos. En
primer lugar, Aeromur, la antigua concesionaria, recurrió ante el TSJ para que
dejara el concurso en suspenso, tan en suspenso, al menos, como el propio
aeropuerto. Tras el nulo éxito de la tentativa, Sacyr, que encabeza este
conglomerado empresarial, acudió al Tribunal Administrativo Central de Recursos
Contractuales, por considerar que se invade competencias estatales, se limita
la libre concurrencia y se otorga un trato diferenciado a Aena.
Sin embargo, la propia Aena impugna, a su vez, el
concurso; el mismo que asegura Sacyr tanto le beneficia y diferencia. Paradojas
inextricables. Esto no hay quién lo entienda… ni quien lo inaugure. El suspense
de 'Aeropuerto 2017' llega a extremos inauditos; su desenlace final (secreto
que la Productora Regional de Cine de Desastres guarda celosamente) no lo
superaría ni el maestro Hitchcock.
En su primer intento, en el TSJ, los de Sacyr
advirtieron de que todavía están pendientes de un recurso en el Tribunal
Supremo y de la liquidación del anterior contrato; y que, en consecuencia,
podría producirse un grave daño económico tanto para ellos como para el nuevo y
afortunado gestor. Porque hipotéticamente, si el Tribunal Supremo les diera la
razón, nos encontraríamos, como por arte de embeleso, con dos contratos y un
solo aeropuerto. Me consta que los guionistas están estudiando esta
alternativa; sería un final primoroso para una cinta, que probablemente
generará un remake en Hollywood.
Sacyr se queja, además, de que se pretende ofrecer
el aeropuerto prácticamente gratis al próximo concesionario, y arguyen que el
canon por su explotación se vincula al resultado de la actividad, con lo que no
se asume apenas riesgo. Por otra parte, Sacyr sostiene asimismo que se
restringe el principio de concurrencia, de tal manera que la constructora no
podría presentarse. Y señala que los requisitos de solvencia técnica son tales
que únicamente los podría cumplir Aena; ya que se exige, entre otros,
experiencia del servicio de explotación de aeropuertos, transporte y control de
tráfico aéreo.
Y aun así a Aena, en teoría la gran beneficiada
(según Sacyr), no se le ocurre otra cosa que impugnar; y ante el mismo Tribunal
Administrativo Central de Recursos Contractuales; argumentan que se siente
discriminada frente a las empresas privadas, dado que estaría obligada a aplicar
un régimen de tarifas diferente. Curiosamente coincide con Sacyr en criticar
las facilidades económicas del denostado pliego, porque –a su juicio- no se especifican suficientes garantías
financieras para hacerse cargo de una infraestructura, declarada de interés
estatal. De esta forma, afirma que el canon que se pagaría en la primera
década, en la que se prevén pérdidas, es tan asequible que puede estimular la
participación de empresas de muy escasa solvencia.
Nuestro aeropuerto, una vez más, en la picota; y sin
ánimo de buscar culpables, es hora ya de encontrar soluciones: Corvera debe
abrirse, pero no a cualquier precio. En la actual tesitura, predominan las
incógnitas sobre las respuestas. De esta suerte, nos encontramos con dos
impugnaciones presentadas y un tribunal atribulado, que podría paralizar el
concurso hasta decidir sobre el fondo (y vaya fondo) de estos recursos. En el
supuesto de que se pronunciara a favor de uno de los recurrentes, o de ambos
(que todo podría ser), se tendría que rehacer el pliego y proceder a otra
convocatoria, lo que implicaría un nuevo retraso, el enésimo. De seguir por
estos derroteros, la inauguración del flamante aeropuerto internacional se
pospondría hasta cuando corresponda, o las Parcas (Átropos, Cloto y Láquesis)
decidan. Puro cine; guionistas de Hollywood, aprendan.